El pasado 25 de mayo, jugando interclubes, Alejandro Mugica jugó el último partido de su vida.
En el día de su cumpleaños, dentro de una cancha y empuñando una raqueta, se fue el "Chino", como si así él lo hubiera planeado. . Un personaje simpático y querible que vivió una vida intensa y plena de matices. La muerte de su hermano Carlos, marcó una frontera entre el antes y el después y sus últimos años los vivió con una gran sensibilidad, una profunda paz interior y una fé inquebrantable.
Pensando en él, recuerdo sus ansias por querer compartir todo lo que él consideraba bueno, especialmente su profunda fé. Así fue que un día me regaló un retrato del padre Carlos Mugica, su ejemplo de vida. Lo recibí sorprendido y conmovido, con la auténtica gratitud de quien recibe algo muy preciado.
Podríamos mencionar su protagonismo como jugador y dirigente pero prefiero enfatizar en sus condiciones personales.